El miedo como emoción es una de las más importantes a la hora de nuestra supervivencia y seguridad. Funciona como un detector de amenazas. Pero la persona que decide qué es o no una amenaza, somos nosotras.
En los ámbitos de rendimiento, este miedo se adapta a una de las mayores amenazas para el resultado: los fallos. Este miedo nos avisa de todas las maneras que podríamos fallar ante una tarea o competición. Es más, hay veces que es tan intenso, que el aviso se convierte en convicción y, no solo nos previene, sino que nos convence de que nos saldrá mal.
Ante este miedo, suele ser muy habitual el pensamiento de: “si no lo hago, no me puedo equivocar”. Este pensamiento es un impulso hacia la huida. Si huyo de la situación no podré equivocarme en ella, pero ¿estaré consiguiendo el resultado? ¿Estaré acertando?
Os invito a conocer en este vídeo, dos formas de gestionar esta sensación de forma sencilla, para que la próxima vez que sientas que puedes equivocarte, no huyas y actúes con mayor seguridad